lunes, 16 de agosto de 2010

1.- UNIDAD


Por experiencia conocemos que todo ente es uno, tiene unidad, es negación de la división, es indiviso. Es ésta una propiedad que se descubre por negación: se niega la división interior. Es un dato de experiencia que todo ente, en la medida en que es ente, es uno.
El ente puede ser simple o compuesto. El ente simple es indiviso en acto y en potencia. El compuesto no adquiere consistencia mientras sus partes están separadas, por lo tanto, el ser de cualquier cosa consiste en su indivisión. La destrucción de la unidad, la división interna, comporta necesariamente la pérdida de ser. Guarda su ser en la medida en que guarda su unidad.
La unidad trascendental del ente no es una unidad cuantitativa. Sólo los entes corpóreos tienen una unidad cuantitativa. Dicha unidad cuantitativa se rompe dando origen al número.
En la medida en que el ser es más noble, posee mayor unidad. Se pueden distinguir grados en la unidad como propiedad del ser:
a) Dios en un ente simplicísimo y único. En Dios no cabe composición alguna.
b) Los entes finitos están compuestos de esencia y acto de ser.
a. Los ángeles o espíritus puros están compuestos pero sí de esencia y existencia, aunque en su esencia no hay composición de materia y forma. Cada uno tiene una esencia.
b. En los seres corpóreos hay multiplicidad dentro de la misma esencia. En el caso del hombre, debido a su superior consistencia del acto de ser frente a los animales, se ve obligado a unificar los distintos aspectos de su vida y dar unidad a la suma de sus actuaciones. En la conquista de esa unificación de su vida ocupa un lugar predominante el uso de su libertad.


1.1 .Aplicaciones de la unidad en el caso del hombre

A) Unidad cuerpo- alma:

1.- El hombre es una sustancia espíritucorpórea. Es un espíritu encarnado, un cuerpo espiritualizado. La unión del cuerpo y alma es sustancial. En cierta medida se puede decir que el hombre tiene experiencia de esa unión:
a)
El hombre tiene conciencia de pensar y sentir. Aunque estas operaciones intelectuales y sensibles se hacen de modo diferente, sin embargo tenemos conciencia de que las hacemos nosotros. Hay una articulación entre el conocimiento sensible y el intelectual. Soy yo el que veo y soy yo el que piensa. No es otro.

b) Mis actividades sensibles e intelectuales a veces se obstaculizan y hasta pueden llegar a suprimirse. Por ejemplo: si experimentamos un dolor fuerte no podemos o pensar al mismo tiempo o reflexionar abstractamente porque toda la atención está absorbida por la sensibilidad. Inversamente si estamos absortos en nuestras reflexiones, no percibimos casi nada. Es evidente que esta oposición entre las distintas capacidades sólo es posible si derivan de un único principio.

c) Hay actividades, como las pasiones, sentimientos y afectos, en las que intervienen simultáneamente el cuerpo y el alma: tener miedo, enfadarse, estar triste… La interioridad del hombre se manifiesta a través del cuerpo, del rostro, de los gestos, del lenguaje.

2.- El alma es el acto primero del cuerpo, es la forma sustancial de la materia en las sustancias corpóreas. Es el principio vital que hace existir al cuerpo. Es el principio de todos los actos vitales: nutrirse, moverse, sentir…No quiere decir que el alma mueve al cuerpo. Es el ser vivo el que se mueve, pero el alma es la que hace que ese ser vivo se mueva.

ð ¿Se puede decir que lo animales tienen alma? Si se entiende por alma principio vital sí, porque todo ser vivo debe tener un principio inmaterial que sea la forma que actualiza al cuerpo, pero si se entiende una sustancia espiritual dotada de inteligencia y voluntad no. A diferencia del “alma” o principio de vida animal, el alma del hombre no está inmersa en la materia y no depende de ese cuerpo. En los animales ese principio vital deja de existir en el momento en que el cuerpo está desorganizado y se muere.

ð
Para entender esto puede ayudar un ejemplo: Si tenemos una esfera de cristal y se rompe, desaparece su forma redonda, porque sólo existía en dependencia de ese estado material. Del mismo modo el “alma animal o vegetal” desaparece cuando no tiene partes materiales a las que informar.( el alma siempre actúa como forma de un cuerpo). El alma del hombre no depende del cuerpo en cuanto a su existencia.
ð Por este motivo se emplea el término “espiritual” para designar un ser cuya existencia no depende de la materia y subsiste con independencia de ella. El hombre es un ser espíritu- corpóreo que tiene un alma inmortal e incorruptible cuyas facultades son inteligencia y voluntad. Todo lo espiritual es inmaterial y no puede corromperse. (El alma de los animales y plantas sería inmaterial, pero no espiritual).
ð En la mentalidad actual nos resulta difícil distinguir “espiritual” e “inmaterial” porque nos influye la filosofía de Descartes y la separación que hace entre sustancia pensante y sustancia extensa y por eso nos resulta difícil no identificar “alma” y “espíritu”, pero sabemos que el alma del animal y del vegetal no puede ser espiritual. No hay ninguna razón para admitir la espiritualidad del alma animal.
ð Lo que obliga a admitir la espiritualidad del alma humana es la presencia en el hombre de actos como la abstracción y la reflexión que no pueden ser simplemente orgánicos. Para que el alma pueda comprender a través de la inteligencia necesita potencia sensibles que actúan mediante órganos sensibles (los sentidos). Sin embargo, para explicar la conducta animal basta admitir la imaginación, la memoria y la estimativa. El alma animal no existe independientemente del cuerpo, no es subsistente.

“ El alma comunica el mismo ser con que ella subsiste a la materia corporal, y de ésta y del alma intelectiva se forma una sola entidad, de suerte que el ser que tiene todo el compuesto es también el ser del alma. Lo que no sucede en otras formas no subsistentes. Por esto permanece el alma en su ser una vez destruido el cuerpo, y no en cambio las otras formas”
( Sto. Tomás I q 75, a.6)

ð El alma es simple, no tiene partes físicas, pero si composición metafísica de esencia y existencia, de potencia y acto, de sustancia y accidentes. El alma humana es una sustancia intelectual cuya esencia - su forma espiritual – está actualizada por su acto de ser. En sentido estricto, las formas no tienen ser, sino que son principios por los cuales las cosas tienen el acto de ser. Como enseña la teología el alma es creada por Dios en el momento de la concepción, momento en el que al cuerpo se le infunde el alma.

ð En la filosofía moderna y contemporánea el concepto de alma ha sufrido algunos reduccionismos.
a)
Ej: a) Descartes rompe esa unión sustancial, planteando el alma como yo pensante = entendimiento = a conciencia, totalmente opuesto al cuerpo, pero que tiene con él un punto de contacto a través de la glándula pineal.
b) Otros filósofos plantean que la “conciencia” es el producto más elevado de la materia o del cerebro.
c) Actualmente se utiliza más el término “mente” aunque también puede prestarse a equívocos según las relaciones que se establezcan con el cuerpo.


B.- Coherencia en las operaciones

El acto de ser humano reclama la unificación operativa. El hombre se encuentra obligado a dar unidad a la suma de sus actuaciones. En la conquista de la unificación de su vida ocupa un lugar predominante el uso coherente de su libertad. Tres aspectos impiden la fragmentación del hombre en sus operaciones:

1.- Tener un proyecto de vida. La ausencia de proyecto produce un fracaso o vacío vital. El hombre necesita fijarse unos ideales o metas que alcanzar porque el hombre debe ir autodeterminándose a través de su libertad. Lo que eleva al hombre por encima de los animales es la aptitud para captar el fin en cuanto fin, y consecuentemente para subordinar a él todos los medios. Como dice Aristóteles el fin se identifica con el bien y lo bueno es lo que goza de entidad suficiente para despertar y atraer la voluntad del hombre. A través del amor como acto de la voluntad, el hombre asiente a lo que la inteligencia le presenta

2.- Comprometerse libremente con ese anticipo de la personal plenitud.

3.- Manteniéndose fiel a las decisiones que van encaminándole a su destino y a la actualización de su proyecto vital coherente.




C) Principio de no contradicción

En el pensamiento humano existen unos primeros principios que son el fundamento de todos los conocimientos humanos. El más importante de esos principios es el de no-contradicción que consiste en afirmar que “una cosa no puede ser y no ser a la vez, bajo el mismo aspecto y en el mismo sujeto”. Este principio se basa en el ser y en su oposición al no ser.
La inteligencia está sometida al principio de no contradicción: no puede conocer al ente como contradictorio porque no lo es. Este principio nos ayuda a conocer los entes y comprenderlos.
Ej. Sería contradictorio que un ser material fuera capaz de realizar acciones inmateriales
Este principio está vinculado al principio de identidad: “el ente es el ente”, ”lo que es, es lo que es”. Este principio significa que el ente es uno consigo mismo (relación ente y unidad) o bien que todo ente es una cosa determinada, con una esencia propia (relación ente y cosa). En la época moderna se le ha querido dar más importancia a este principio que al de no-contradicción.


D) Singularidad y “Otredad”

La unidad del ente implica también su singularidad. En efecto, en la medida en que algo o alguien es ente, en esa misma medida resulta también que se diferencia de otras realidades que le rodean, es decir, es distinto a ellas.
El término “ aliquid” ( algo) equivale a “otro qué” y expresa la característica que tienen todos los entes de ser una cosa distinta respecto a las demás. (Ej: yo puedo distinguir a María entre una muchedumbre de personas).
Todos los entes son singulares, pero en la medida en que son superiores su singularidad es más perfecta. Dios es el Absolutamente Otro; cualquier persona es única e irrepetible. Cualquier ente, en la medida en que es, es otro en relación con todos los demás. “El acto de ser de cada cosa le es propio y distinto del ser de cualquier otra cosa”.
Reconocer la existencia de los otros supone en el hombre una actitud de respeto hacia ellos y de aceptación con sus peculiaridades positivas y negativas. No cabe una actitud igualadora que niegue lo que cada uno tiene de particular. Implica también una actitud de apertura y comprensión ante realidades diferentes.



E) Identidad de la persona, identidad del animal

En este punto se trata de ver que la persona es algo diferente de lo que entendemos por naturaleza en sentido genérico. El término “naturaleza” indica la esencia de algo, aquello que tiene en común con todos los miembros que participan de un mismo modo de ser. Así, podemos hablar de “naturaleza animal”, “naturaleza vegetal”, “naturaleza salvaje”, “naturaleza humana”, etc.
La naturaleza animal, por ejemplo, se define atendiendo a las características comunes y esenciales que hacen que los animales sean como son. Así, viendo al conjunto de los animales podemos definir en qué consisten esas características esenciales que todos cumplen y alcanzar así una definición de la “animalidad”. Cada uno de los animales es un individuo concreto de la especie animal, numéricamente distinto de los demás, pero esencialmente idéntico.
¿Ocurre lo mismo con las personas humanas? Veamos. La naturaleza humana se define también atendiendo a las características comunes y esenciales que hacen que las personas humanas sean como son. También llegamos a la definición de naturaleza humana a partir de la observación del conjunto de los seres humanos. Efectivamente, cada persona humana es un individuo concreto de la especie humana, numéricamente distinto de las demás, pero ¿esencialmente idéntico?.
No somos esencialmente idénticos en acto, ya que cada persona adquiere unos hábitos propios,(segunda naturaleza), toma decisiones personales, tiene unas experiencias propias y establece relaciones diversas con los demás, etc.
Es decir la persona humana es algo mucho más rico y complejo que lo que podamos expresar con la definición de esencia; pero esto no excluye considerar la esencia como ese conjunto de rasgos comunes a partir de los cuales cada persona es irrepetible.

ð La experiencia nos muestra que el caso del ser humano no es comparable al de ningún otro ser vivo sobre la tierra.

ð
En efecto, hay algo en la persona humana que la hace ser diferente del resto de sus congéneres de un modo mucho más radical que simplemente numérico. La individuación que corresponde a las personas es mucho más perfecta que la que corresponde a los otros entes no personales. Es una individuación que no sólo se tiene sino que se vive conscientemente, es decir, constituye una verdadera y auténtica intimidad, un verdadero “yo” que no puede encontrarse en los entes físicos.
ð Esta experiencia se muestra de un modo especialmente revelador en la vivencia de la muerte de otro ser humano, especialmente si se trata de un ser humano querido. Entonces nos damos cuenta de hasta qué punto el otro era especialísimamente otro; es irremplazable, es incopiable, era un tesoro único en el mundo. Por más que viajemos por el mundo jamás encontraremos a nadie que pueda hacer su papel en nuestra vida. Y comprendemos entonces que los seres humanos no somos sólo numéricamente distintos, sino también, de una manera misteriosa, esencialmente distintos.
ð Existe otra experiencia especialmente reveladora del carácter único de la persona humana: la experiencia del amor. En efecto, enamorarse de alguien es descubrir al mismo tiempo el carácter exclusivo de su personalidad.
ð Pues bien, la exclusividad de cada ser humano sólo es explicable si se admite que el ser humano es persona, es decir, ser espiritual. En efecto, el espíritu, al ser diferente de la materia, no puede multiplicarse o replicarse, es necesariamente único.
ð Es cierto que la persona humana no es sólo espíritu, también es cuerpo. Pero el hecho de que la persona humana no sea espíritu puro (como los ángeles o Dios) no quiere decir que no sea espiritual. La esencia de cualquier sustancia espiritual, incluso de la que está unida, de hecho a la materia, implica una superior elevación respecto de las sustancias no espirituales; elevación que le lleva a una universal apertura trascendental que no pueden lograr las otras sustancias.
ð El ser humano es persona, y lo es porque es un ser espíritu-corpóreo o corpóreo-espiritual. Cuerpo y espíritu, como ya se ha visto anteriormente, no son dos partes de un conjunto (la persona humana), sino dos dimensiones de un único ser. El ser humano no es el resultado de un añadido o de una suma de partes, sino un modo de ser que abarca varias dimensiones.
ð
Por ello, cuando se habla del surgimiento de nuevas generaciones, el término utilizado en el caso de las especies animales es reproducción, mientras que el término utilizado en el caso de la especie humana es procreación. Ninguna persona humana puede reproducirse, porque es incapaz de transmitir la dimensión espiritual. Sólo un ser superior, fuente de ser, puede hacer surgir algo único y exclusivo en el orden de realidades ya existentes, y ese ser sólo puede ser Dios. Sólo su potencia infinita puede crear espiritualidad, ya sea pura o corpórea. La persona humana procrea porque colabora con la acción creadora de Dios que crea una criatura espíritu-corpórea.
El carácter irremplazable del ser humano, procede de su acto de ser único e irrepetible. Si el acto de ser limita a la esencia, de alguna forma la constituye, y, si tenemos en cuenta que el modo de ser del hombre es un ser espíritu corpóreo, entonces comprobamos que la identidad proviene del el carácter irrepetible de la esencia.
Así vemos que en el caso de que se pudiera clonar a una persona, no tendríamos a una persona idéntica, porque es contradictorio para un ser humano la igualdad con otro. En todo caso serían parecidas, o si queremos idénticas en la constitución biológica, pero el hombre por ser espiritual tiene un principio último de identidad no equiparable, único e irrepetible que constituye su esencia y, por tanto, su persona, pero que en último término viene dado por el acto de ser.
Y esto es así porque es el Esse (el acto de ser), el ámbito de la realidad originaria de la persona. La persona no es fruto de una generación sin más, la persona en su origen implica un acto creador del ser personal.


d) El error del dualismo

Hay una visión del hombre muy extendida llamada “Dualismo”, que opone cuerpo-alma, materia-espíritu. Considera que materia-cuerpo y alma-espíritu son dos realidades yuxtapuestas y antagónicas. De esta forma, en el binomio mencionado, el espiritualismo desde Pitágoras y Platón, el cuerpo se presentaba como la cárcel del alma.
La idea dualista está con frecuencia presente en el uso coloquial de los términos cuerpo-alma. A menudo parece como si el ser humano fuera el resultado de una suma de dos cosas que ya existieran de por sí. Pero sólo existen cuerpos animados, es decir, sólo se habla de cuerpo si está ya formalizado por el alma.
Ricardo Yepes en su libro señala un ejemplo:

"Recuérdese el problema de la unidad de las piedras: no existe una piedra o una tiza. Si las parto siguen siendo piedra y tiza respectivamente. Sin embargo, sí existe un perro, más sólo en cuanto esta vivo, en cuanto tiene alma, en cuanto que está animado. El cadáver de un perro no es el cuerpo de un perro, porque ya no hay perro. El cadáver de un perro, fue el cuerpo de un perro, más ahora es un agregado de substancias en descomposición. Ahí sólo hablamos de cuerpo porque se parece al cuerpo de un perro. Basta dejar pasar una semana para convencerse de que esa masa de piel, huesos y podredumbre no es en absoluto un cuerpo, sino un montón de despojos. En el hombre ocurre lo mismo, sólo existe cuerpo humano en cuanto que está animado por el alma humana. El cuerpo del hombre es incomprensible sin la realidad de la inteligencia”.

El cuerpo del hombre es un cuerpo espiritualizado, del mismo modo que el espíritu humano es en el cuerpo. Para entender bien esto es preciso aclarar el termino alma.. Designa lo que constituye a un organismo vivo como tal, diferenciándolo de los seres inertes, inanimados o muertos. Aristóteles afirmó que también las plantas y los animales tienen alma en este sentido, pues evidente que también ellos se distinguen de lo inerte. Así un cuerpo animado no es un cuerpo más un alma sino un determinado tipo de cuerpo.
El alma no se opone a cuerpo. Sucede más bien que el ser vivo tiene dos dimensiones: una materia orgánica y un principio vital que organiza v vivifica esa materia.
Ese principio vital, aquello por lo cual un ser vivo está vivo es el alma: el primer principio de vida de los seres vivos, lo que les hace ser lo que son. El alma es, por tanto, el principio vital de los seres vivos; la forma del cuerpo; la esencia del cuerpo vivo. El alma es lo que hace que un cuerpo sea y sea tal cuerpo y no otro.


Es un error el dualismo que induce a combinar un cuerpo preexistente con un espíritu que se introduce "dentro" de él y lo vivifica, como si fuera un duende, No: sin alma no hay cuerpo. Los clásicos lo resumían en este adagio: “anima forma corporis” : el alma es la forma del cuerpo. Esto es importante porque implica que lo que le pasa al alma tiene estrecha relación con el cuerpo y viceversa.

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